Versos bajo la lluvia

Presentamos una breve selección de poesía referente a la lluvia.

La lluvia

Jorge Luis Borges

Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto

Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.


Lluvia

Mario Benedetti

La lluvia está cansada de llover

yo/cansado de verla en mi ventana

es como si lavara las promesas

y el goce de vivir y la esperanza

la lluvia que acribilla los silencios

es un telón sin tiempo y sin colores

y a tal punto oscurece los espacios

que puede confundirse con la noche

ojalá que el sagrado manantial

aburrido suspenda el manso riego

y gracias a la brisa nos sequemos

a la espera del próximo aguacero

lo extraño es que no sólo lllueve afuera

otra lluvia enigmática y sin agua

nos toma de sorpresa/y de sorpresa

llueve en el corazón/ llueve en el alma


Llueve…

Pablo Neruda

Llueve
sobre la arena, sobre el techo
el tema
de la lluvia:
las largas eles de la lluvia lenta
caen sobre las páginas
de mi amor sempiterno,
la sal de cada día:
regresa lluvia a tu nido anterior,
vuelve con tus agujas al pasado:
hoy quiero el espacio blanco,
el tiempo de papel para una rama
de rosal verde y de rosas doradas:
algo de la infinita primavera
que hoy esperaba, con el cielo abierto
y el papel esperaba,
cuando volvió la lluvia
a tocar tristemente
la ventana,
luego a bailar con furia desmedida
sobre mi corazón y sobre el techo,
reclamando
su sitio,
pidiéndome una copa
para llenarla una vez más de agujas,
de tiempo transparente,
de lágrimas.


La lluvia lenta

Gabriela Mistral

Esta agua medrosa y triste,

como un niño que padece,

antes de tocar la tierra

desfallece.

 

Quieto el árbol, quieto el viento,

¡y en el silencio estupendo,

este fino llanto amargo

cayendo!

 

El cielo es como un inmenso

corazón que se abre, amargo.

No llueve: es un sangrar lento

y largo.

 

Dentro del hogar, los hombres

no sienten esta amargura,

este envío de agua triste

de la altura.

 

Este largo y fatigante

descender de aguas vencidas,

hacia la Tierra yacente

y transida.

 

Llueve… y como un chacal trágico

la noche acecha en la sierra.

¿Qué va a surgir, en la sombra,

de la Tierra?

 

¿Dormiréis, mientras afuera

cae, sufriendo, esta agua inerte,

esta agua letal, hermana

de la Muerte?


Como quien oye llover

 Octavio Paz

 

Óyeme como quien oye llover,

ni atenta ni distraída,

pasos leves, llovizna,

agua que es aire, aire que es tiempo,

el día no acaba de irse,

la noche no llega todavía,

figuraciones de la niebla

al doblar la esquina,

figuraciones del tiempo

en el recodo de esta pausa,

óyeme como quien oye llover,

sin oírme, oyendo lo que digo

con los ojos abiertos hacia dentro,

dormida con los cinco sentidos despiertos,

llueve, pasos leves, rumor de sílabas,

aire y agua, palabras que no pesan:

lo que fuimos y somos,

los días y los años, este instante,

tiempo sin peso, pesadumbre enorme,

óyeme como quien oye llover,

relumbra el asfalto húmedo,

el vaho se levanta y camina,

la noche se abre y me mira,

eres tú y tu talle de vaho,

tú y tu cara de noche,

tú y tu pelo, lento relámpago,

cruzas la calle y entras en mi frente,

pasos de agua sobre mis párpados,

óyeme como quien oye llover,

el asfalto relumbra, tú cruzas la calle,

es la niebla errante en la noche,

es la noche dormida en tu cama,

es el oleaje de tu respiración,

tus dedos de agua mojan mi frente,

tus dedos de llama queman mis ojos,

tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,

manar de apariciones y resurrecciones,

óyeme como quien oye llover,

pasan los años, regresan los instantes,

¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?

no aquí ni allá: los oyes

en otro tiempo que es ahora mismo,

oye los pasos del tiempo

inventor de lugares sin peso ni sitio,

oye la lluvia correr por la terraza,

la noche ya es más noche en la arboleda,

en los follajes ha anidado el rayo,

vago jardín a la deriva

—entra, tu sombra cubre esta página.


 

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