Algosidad

Por: José Luis Davila

Las personas se preocupan demasiado por ser algo. Mi generación no está exenta de eso. Aún en esta época hay quienes desarrollan su seguridad a través de encontrar grandes cosas en la vida que resulta que son realmente pequeñas comparadas con lo que debería importar. No digo que no sea necesario, por ejemplo, conseguir un trabajo que provea del dinero suficiente para sobrellevar la existencia dentro del modelo económico que tenemos, pero ¿acaso no es clave la palabra ‘suficiente’? Hay veces que si ganas un montón de dinero, desperdicias un montón de vida. Esa inversión resulta bastante funcional para muchos, y acaso debería funcionar para mí, por lo que algunas personas que me rodean me han dicho, sin embargo, no me sentiría cómodo.

            Recién cumplí un año más. Hace tiempo que extrañaba cumplir años. Resulta que es algo que se puede hacer, incluso con la cantidad enorme de inconvenientes producto de la era que enfrentamos, tan llena de cosas que hacen que el tiempo empiece a devaluarse en cuanto a paso de crecimiento, pero gane terreno en la idea de pérdida. Eso de cumplir años para demasiados es escabroso porque se hacen viejos, porque se les van entre las manos las oportunidades de hacer algo con su vida, de ser, como inicié diciendo, algo en la vida. Yo creo, por el contrario, que cumplir años, envejecer, si bien conduce a un inevitable final como es la muerte –el cual, personalmente, detesto tener que admitir como natural. Qué no daría por poder vivir en la eternidad, si quieren en el olvido que ello implicaría, pero con la curiosidad siempre viva por saber más de todo lo que existe en mi entorno–, también da paso a enorme cantidad de crear oportunidades para uno mismo y para todos los que estén dispuestos a participar en ellas.

            Si lo piensan un poco, aquellos que diferencian ser algo con ser alguien, están igual de equivocados, porque, vamos, de todos modos se está tratando al sujeto como un objeto que necesita completar una serie de requerimientos para poder ser. Lo patético es que son ellos mismos quienes se lo imponen. Esos estándares tan brumosos sobre quién es algo o alguien en la vida no caben en mi forma de concebir el mundo: para mí, yo no necesito ser algo o alguien, simplemente dejo ser y me dejo ser. Como sea que sea, como sean todos. No espero que alguien más pueda pensar de esta manera, porque entonces faltaría a mi propio principio, y si hay algo con lo que se debe ser fiel es con los propios principios.

            Tal vez, como se da por proclamar, el futuro es incierto. Tal vez, lo que ahora pienso pueda ser considerado un destello de imbecilidad, de estar fuera de la norma a la que todos terminan obedeciendo. Pero yo creo que no. Creo que soy lo suficientemente viejo como para ser coherente con lo que pienso y lo que hago. Como en el ejemplo del principio, se debe tener un trabajo, por supuesto, pero tal vez se puede encontrar uno que se disfrute y permita hacer lo que se quiera hacer. Puede que no vaya a ser el trabajo mejor pagado, pero será un trabajo suficiente que deje ser lo que uno es, sin exigir ser algo o alguien más. Es nada más una forma de ver las cosas, una perspectiva errónea, quizá, pero mucho más alentadora que la mayoría con las que se cuenta en estos días.

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