Por América Femat
En versos de Jaime Sabines: Digo que no puede decirse amor/ el amor se come como un pan/ se muerde como un labio/ se bebe como un manantial./ El amor se llora como a un muerto/ se goza como un disfraz. (Fragmento del poema, Personaje). Digamos que es verdad, que para comprender la importancia de uno mismo es necesario comprender la importancia del amor. Por ello, la lectura que tenemos aquí, no es la de un libro más que gira en torno al amor; es la de un poemario de revelaciones ante la mirada contemplativa de cada uno de los peldaños que nos ascienden; llevándonos a irrumpir en el cielo de posibilidades.
En esta obra el poeta Edilson Villa M. Escribé: Esperaré con calma, sin relojes. Las cuatro estaciones se hacen presentes. Es el ciclo de la vida en El haikú de la escalera, el de llegar a conocerse en el nombre, sí, del amor. Incluso, es el de hallar el encuentro idóneo, la fisura entre el tiempo y el espacio para avanzar peldaño a peldaño hacía su destino.
El poeta se lamenta: me siento triste, muy triste, pero quiero sonreír: sé que pronto se alzará mi voz desde las sombras. Ante ello, el poeta en búsqueda del amor-alquimia, descifra su geometría ante los ojos que han amado, que aman todavía; capaz de purificarlo todo, el poeta es siempre un mago que guarda celosamente los secretos místicos de la quinta esencia. Conoce el saber de las palabras que curan, que tienen cierto o mucho poder sobre nosotros y el mundo que nos rodea; pueden ayudarnos a sanar a pesar de los reveses u obstáculos que se presenten en el camino de la ascensión a un estado superior de consciencia.
Al tiempo; el poeta, filósofo, samurái y navegante sabe que está en el flujo incesante de crecimiento a través de la escalera: una migración perenne como el flujo de la vida en sí, emerge desde las aguas profundas del yo mismo; confrontado y empalmado hacia las aguas superiores; el fin último será asimilar el conocimiento adquirido en el viaje; es decir, y en palabras del poeta: una estrella partida, la soledad, es la falta de tenerse a uno mismo.